La violencia y el sexo en Halloween, y otras horrendas "slashers"
Oct 27, 2022 | por Luis Javier Plata
Este año regresa, por enésima ocasión, Michael Myers para acuchillar a quien se le ponga enfrente, horrorizar dentro y fuera de la pantalla y reclamar su trono como rey de las películas slasher o, al menos, como uno de los personajes fundadores de este subgénero del terror.
Pero hasta homicidas monstruosos y, al parecer, inmortales –mientras que los fracasos en taquilla no los manden al infierno del estreno exclusivo en streaming– como los imaginados por John Carpenter y otros directores son producto de su tiempo y, tratándose del horror, de los temores, traumas y angustias asociadas a un contexto sociocultural que en los años 70 –década en la que debutaron en el cine– era muy distinto al del presente siglo. Junto con los años setenta, los ochenta recibieron con especial gusto a asesinos en masa como Jason Voorhees (en Viernes 13), Leatherface (en Masacre en Texas), Freddy Krueger (en Pesadilla en la calle del infierno) y el resto del club de Myers, cuyo oficio es acosar y masacrar adolescentes valiéndose de cuchillos, hachas, sierras eléctricas, arpones y herramientas similares.
Sociólogos, historiadores y críticos de cine coinciden en señalar que el subgénero slasher constituye una especie de fábula moralizante para jóvenes, que les indica qué conductas son socialmente aceptadas y cuáles deben ser castigadas. Si los niños reacios a dormir tenían que cuidarse de que no se los comiera el Coco, los jóvenes deseosos de sexo necesitan cuidarse de que no los destripe Michael Myers y colaboradores.
Gracias a que Hollywood no desaprovecha ninguna ocasión para reciclar toda fórmula exitosa que consiga llevar a la gente a las salas cinematográficas, quienes disfrutamos con estas horrorosas y sangrientas ficciones podemos ahora ver tanto las versiones originales, estrenados entre 1974 y 1976, como los remakes, estrenados entre 2003 y 2012, de 13 películas slasher. Y los científicos no han desaprovechado esta oportunidad para comparar unas y otras, e identificar así los cambios que ha habido en cuanto a la aceptación social de ciertas conductas, los estereotipos de género y las dosis de sexo y violencia que vemos en pantalla.
En los refritos el número de escenas violentas es mucho mayor que en los originales: del total de 250 muertes, 153 corresponden a las versiones modernas. Por ejemplo, comparada con la de 1978, que tiene 10 escenas de violencia, la nueva versión de Halloween, de 2007, cuenta con más del doble (22). Este subgénero no discrimina entre sexos, pues de las 263 víctimas (no todas mueren) presentes en las películas analizadas, el número de hombres atacados por los criminales psicópatas es prácticamente igual al de mujeres. Eso sí, en sus inicios las slasher se decantaban a favor (o en contra, según se mire) de adolescentes y adultos jóvenes; las versiones de este siglo han decidido ser más incluyentes y abarcar más adultos de la mediana edad, como en Noche de graduación sangrienta, cuyo conteo homicida en 1980 era de seis adolescentes y únicamente una persona madura, en tanto que la versión de 2008 redujo en uno a sus víctimas adolescentes y añadió dos adultos jóvenes y seis maduros.
En las nuevas versiones la llamada chica final, que es responsable de terminar con el asesino (aunque sólo hasta su regreso en la secuela), tiene relaciones sexuales con algún otro personaje –monstruo incluido–, lo que representa un avance con respecto a la moralina no explícita de las slasher originales. Es notable también que, mientras que en la mayoría de los personajes victimados en las películas setenteras y ochenteras, su reacción ante el ataque de los asesinos slasher se limitaba a intentar esconderse o huir, los protagonistas de los remakes tienden a defenderse activamente. Pero antes de concluir que las nuevas generaciones son mucho más valientes y arrojadas que las que las precedieron, los investigadores se apresuran a añadir que este cambio de conducta puede ser explicado más bien por la búsqueda de los directores y guionistas de introducir este elemento novedoso a una trama y a un subgénero que, como hemos resumido y expuesto aquí, no admite demasiadas variaciones a la hora de invocarnos, otra vez, para ver El regreso sempiterno de Michael Myers, La venganza infinita de Freddy Krueger o La tercera resurrección de Jason Voorhees.
Referencias
Hernández-Santaolalla, V.H. y Raya, I. 2022, Sexuality & Culture, 26:1167-1189.