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El lobo feroz emigró desde los bosques de los cuentos de hadas a la megalópolis del cine en Los tipos malos, una superproducción de animación digital en la que el ahora respetable señor Lobo comparte el estrellato con otros animales no humanos de igual mala fama.

De profesor de química a mafioso maestro, el camino de degradación por el que acompañamos a Walter White en Breaking Bad nos mostró las emociones morales que todos los humanos experimentamos y que nos indican qué es “lo correcto” ante situaciones que representaron dilemas de cuya elección dependió la felicidad o la desgracia –la muerte, incluso– de quienes fueron alcanzados por sus acciones.  

El pasado 6 de febrero, colectivas de feministas radicales se manifestaron frente a la Cámara de Diputados de Toluca para pronunciarse en contra de la Ley de Identidad de Género. Entre las pintas se leían consignas como “las mujeres no tenemos pene”, “no al borrado de mujeres” y “abolición de género”.

La heterosexualidad se ha posicionado como innata a las mujeres y a los hombres, al punto en que ha dejado de ser una preferencia para convertirse en un mandato. Varios factores han contribuido a su obligatoriedad, entre ellos la condición de desventaja en la que históricamente han vivido las mujeres, específicamente por la socialización y la normalización de relaciones binarias

En el caso Gallardo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concluyó que autoridades del Estado mexicano habían hostigado sistemáticamente al General Brigadier José Francisco Gallardo mediante la acusación sistemática de delitos falsos durante 7 años.

Comunista. Tifoso del Bologna. Poeta de la miseria. Ensayista polémico. Guionista provocador. Director de cine contracorriente. Católico y marxista. Pier Paolo Pasolini fue posiblemente el único pensador que supo desmenuzar la esencia del fútbol, al que describió como su gran pasión.

Mi novia, que ya había viajado a Francia, usaba Dr. Martens. Por ella las conocí, aunque la gente del Liceo también las usaba. Yo, en esa época, me empecé a sentir rocker. Mi hermana, que vivía en Canadá, vendría a visitarme, por lo que se las encargué. Aquí, en la Ciudad de México, todavía no las vendían; en alguno que otro tianguis o en Tepito, decían, pero, la verdad, era difícil conseguirlas y, en su caso, muy caras.

Nada está escrito, y todo lo está, y todo lo que está siempre puede ser borrado y reescrito bajo la sombrilla de posmodernidad que es The Umbrella Academy, salvo, tal vez —y sólo tal vez— y por desgracia, una infancia traumática.

“Yo no puedo leer si no tengo un lápiz en la mano,” explicaba una compañera de clase. Era unos cuantos años mayor que yo, pero le gustaba entrar a las clases de primer ingreso como oyente. Y no exageraba con su sentencia. Cada vez que la veía, estaba escribiendo en los márgenes de las hojas. ¿Qué escribía? ¿datos históricos, sus frases favoritas, nombres de personajes?